AVIÑÓN (Francia) -3 días-, ARLES (Francia), TARASCON (Francia), CHATEAUNEUF DU PAPE -2 días-, VIVIERS (Francia), TAIN L´HERMITAGE (Francia), LYON (Francia) -2 días-,
Esperaba que Minerva los protegiera. Por eso, con el puñal, el centurión romano Manius Vibio, dejó escrita una inscripción en relieve en la torre dedicada a la diosa de la sabiduría. Sin saberlo, acaba de hacer la inscripción latina más antigua de la península. Era etrusco y comandaba los soldados que estaban levantado las murallas de Tarraco, la que sería la construcción romana más antigua de Europa fuera de la península itálica. Roma había desembarcado en Hispania y llegaba para quedarse.
Tarraco era una pequeña Roma, una ciudad portuaria, abierta a la Mediterránea, donde se hablaban una multitud de lenguas, con un clima especialmente agradable, es decir, un buen lugar donde vivir y prosperar. Este es aún hoy en día el espíritu de la ciudad. Caminando por las calles y plazas de la ciudad medieval o contemplando los horizontes sobre el Mare Nostrum, puede revivirse la ciudad agradable y benefactora que sanó a un emperador: Augusto.
Los castells, la construcción de torres humanas, son originarios del Campo de Tarragona y el Penedés y provienen del Ball de Valencians. En Tarragona hay cuatro colles castelleres y, en la ciudad, se vive y se respira como nunca, el ánimo y ambiente de los castells. Para levantar los castells, todo el mundo es necesario y tiene su lugar, desde los más mayores, a los más pequeños. Sin cap, no se levantan, sin valor, tampoco.
La cocina tradicional de Tarragona lleva los pies descalzos y hace olor de mar. De mar y de huerta, claro. La salsa por excelencia es el romesco, que incluso da nombre al plato. Los ingredientes no pueden ser más mediterráneos: aceite de oliva, tomates asados, almendras o avellanas.
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